09 febrero 2007

¿Existe el posmodernismo?

Durante los últimos años, he estado siguiendo el debate entre sociólogos y pensadores sobre el llamado “posmodernismo”, una etiqueta que insisten aplicar a la generación emergente. La palabra tiene conotaciones en el mundo del arte y la arquitectura, pero en este contexto, voy a utilizar una definición seguramente demasiada sencilla que caracteriza el posmodernismo como: “una mentalidad que considera que la ciencia y la tecnologia del futuro, que en su momento nos brindó ánimo y esperanza (la época de “modernismo”), no nos interesa. En lugar de un mundo mejor y más feliz, la combinación industrial-militar sólo crea problemas cada vez peores (inserta el tema de tu elección: contaminación, cambio climáctico, genocidios, “blood diamonds”, sistema operativo Windows®…)”. Los gurus concluyen que, por este motivo, hay una tendencia en esta generación de no fiarse del futuro, sustituir la búsqueda de experiencias repentinas y satisfactorias por el autosacrificio y la inversión, creer más en el poder de una comunidad colectiva que individualismo, y no creer en instituciones sino en relaciones personales auténticas.

Hay mucho más decir sobre el tema, pero quiero enfocarme en la esencia para plantear una pregunta…¿Qué hay de nuevo?

La tendencia de cada generación a cuestionar las instituciones y la autoridad de la anterior no es una novedad. Es más, ni siquiera es siempre insaludable. Sólo tienes el espacio de una vida para marcar una diferencia en este mundo. Si sólo te conformes a la rutina de tus padres, ¿qué has cumplido?

Un anhelo para relaciones auténticas y profundas no es muy diferente al del movimiento “hippie” quiénes formaron comunas en los años 70 o la fascinación con Asrams y experimentos con colonias utópicas en las décadas anteriores. En un mundo cada vez más virtual y menos táctil y personal, es alucinante presenciar la evolución de medios de comunicación (blogs, SMS) y medios de conexión social (chat, facebook, MySpace). De verdad, nadie puede predecir cómo los preadolescentes pegados a sus ordenas hoy van a interactuar en el futuro, pero el anhelo por la autenticidad seguirá.

Si queremos llamar al compendio de: el internet, la decepción con la “religión” del progreso científico, y el aislamiento tecnológico “posmodernismo”, no me molesta mucho. Lo que me fastidia es cuando los jóvenes utilizan este término para simplemente evitar tomar la responsabilidad de su vida. “Bueno, no hay esperanza en el futuro, no vale la pena invertir sacrificio y energía hoy para cumplir algo importante mañana. Soy posmoderno…¿dónde es la próxima fiesta?”

Estoy en contra. Hay una increíble capacidad inherente en esta generación emergente para literalemente “cambiar la historia de este país” pero será totalmente no-realizada si se adopta esta actitud con la excusa de que es parte del carácter de su generación.

Tengo más para decir en el próximo post, pero esta ya es suficientemente larga. Hasta pronto…