16 marzo 2007

La muerte, aunque estemos preparados…

Acabo de chocar cara a cara con la muerte esta semana. Primero en Kona, Hawai y después en California, mi familia y centenares más dijeron “a-Dios” a mi padre de 83 años que falleció la semana antes.

La muerte es el árbitro final de nuestras elecciones en la vida. He leído las últimos agonías de filósofos y penasadores cómo Voltaire. He estado en funerales donde toda la familia expresaba la rabia por no haber tratado a su pariente con más respeto. ¡Cuántos padres lamentan la falta de atención y tiempos de calidad con su familia! Pero soy testigo de que no tiene que ser así.

Aunque las palabras se estancaban en mi garganta y los llantos brotaron desde mis entrañas en ciertos momentos, puedo decir que la experiencia ha sido maravillosa. Escuchar expresiones de admiración de la categoría más auténtica desde más de 300 bocas y plumas testificaron que vale la pena elegir un estilo de vida de servicio y humildad como hizo mi padre. Tenemos una esperanza que sí, va más allá de la tumba. El apóstol Pablo lo describió perfectamente:

¿DÓNDE ESTÁ, OH MUERTE, TU VICTORIA? ¿DÓNDE, OH SEPULCRO, TU AGUIJÓN? (I Corintios 15:55)”