25 noviembre 2009

¿A los estafadores siempre los tendremos con nosotros?


Bernie Madoff, Félix Millet, Bartomeu Muñoz… si has estado siguiendo las noticias, tal vez te suena estos recientes casos de malversión de fondos.  O, si no, ¿qué ha pasado con Mario Conde, Jesús Gil, Javier de la Rosa e innumerables más que han  pulverizado la poca credibilidad que aún atribuíamos a las instituciones públicas y los políticos?  A esos hay que añadir al no tan conocido Bernard Kerik. El Sr. Kerik, ex jefe de la policía de Nueva York y héroe del 11-S, es ahora preso número 210-717 en el centro penitenciario de Valhala del mismo estado, pillado por corrupción y fraude fiscal. Si no puedes confiar ni siquiera en el jefe de la policía, ¿quién nos queda? 

Jesucristo dijo, “a los pobres siempre los tendréis con vosotros” (Mateo 26:11), me pregunto si deberíamos añadir “a los estafadores siempre los tendremos con nosotros”. ¿Siempre tendremos que sospechar de cualquier persona en posición de influencia?  ¿Existe una avería en la producción de líderes que puede ser arreglado?

Según Ken Blanchard, conocido autoridad en el campo de liderazgo y gestión, el problema empieza mucho antes de la formación en universidades de élite como Harvard o ESADE. En una entrevista concedida a La Vanguardia, Blanchard señaló al sistema educativo entero como uno de los culpables principales de la cosecha de corrupción en nuestra era.

“Nuestro sistema – desde preescolar hasta la jubilación – nos está educando para que confundamos nuestra autoestima con nuestros resultados. Y forma acumuladores compulsivos, obsesionados con lograr resultados cuantificables: sueldo, títulos, méritos, carreras, bienes, coches, pisos… Creen que sólo son queridos en la medida en que consiguen esas cantidades de poder y dinero. Se inculca la necedad cuantificadora: ha habido varias generaciones de obsesos por los resultados desde el parvulario.”

¿Desde el parvulario?  Blanchard continúa con la observación sorprendente:

“¿Hay algo más egoísta que un bebé? ¿Hay alguien más centrado en si mismo que un niño en edad preescolar?  ¿Y sabe por qué? Porque uno no nace generoso: la generosidad se aprende y no la estamos enseñando. Al contrario, enseñamos que sólo te vamos a querer – desde papá hasta el jefe – en la medida en que consigas puntuar, obtener, mandar…”

¿Hay alguna alternativa que funcione? (visitaremos el tema de nuevo en el próximo post)

2 Comments:

At 05 diciembre, 2009 15:16, Anonymous Anónimo said...

Seguro que habla un resentido que no ha llegado a nada en su vida...

 
At 05 diciembre, 2009 18:21, Blogger Curtis Clewett said...

¿¿?? Explica, Sr. Anónimo...

 

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