15 junio 2010

Cervesa y evangelismo...

Es probable que hayas oído del nombre “Guinness”, o bien por el famoso libro de plusmarcas mundiales o bien por la bebida negra con espuma exquisita que se sirve en los mejores bares de Europa. Pero pocos conocen la historia curiosa del fundador, Arthur Guinness, que consideraba la fabricación de cerveza como un medio para expresar su fe. ¿El qué?

Para entender lo que parece una paradoja para algunos, (¿la cerveza promueve el conocimiento de Dios?), hay que considerar las condiciones de Irlanda y la mayoría de Europa a mediados del siglo XVIII. Nadie entendía el papel de los microorganismos en la propagación de las enfermedades. Solían beber de los mismos arroyos y ríos donde se tiraba la basura y el “agua negra”. Muchos murieron meramente por ingerir agua. Así, por razones de salud, casi todos los irlandeses evitaban beber agua, sustituyéndolo por bebidas fermentadas. Normalmente, todos practicaban la moderación pero ocasionalmente hubo periodos de exceso, por ejemplo la “Locura de la Ginebra” (1689) cuando el parlamento británico prohibió la importación del licor tan amado y cada familia se buscó la vida creando sus propias fabricaciones caseras. Desde entonces la embriaguez se convirtió en la condición de moda, llegando hasta el punto de que una de cada seis casas en el Reino Unido era una Gin House (casa de Ginebra), con la correspondiente epidemia de pobreza y fracaso social.

Es por eso que, en un momento dado, monjes, (sí, incluso evangélicos) y gente honorable, como la familia Guinness, se involucraron en la fabricación de cerveza (con menos grados de alcohol) como una manera tangible de aliviar el sufrimiento de familias golpeadas por la aflicción del alcoholismo. Extraño, ¿no? Pues hay más.

Un día, el joven Arthur fue a la gran catedral de San Patricio en Dublín para escuchar al predicador John Wesley. No sabemos exactamente el contenido del sermón, pero casi seguro incluyó su celebrada exhortación a los congregados en la capital de Irlanda: “Gana todo lo que puedas, ahorra todo lo que puedas y da todo lo que puedas”. Wesley creía que la riqueza era evidencia de un llamamiento especial de Dios, y por lo tanto había que utilizarlo por el bien de la humanidad. ¿Y qué hizo Guinness?

Continuamos con la historia del Sr. Guinness en la próxima entrada.