16 febrero 2010

Buenos o malos pte. III

Después del post del 9-12-10, os dejé con la pregunta: ¿hemos nacido buenos o malos? Me gustaría empezar con la rotunda respuesta bíblica y comentar porqué soy partidario de esta posición. Si no te apetece el breve estudio bíblico, salta el primer párrafo, pero creo que merece la pena considerar...

Los múltiples autores de la narración bíblica comparten una aserción: el ser humano tiene una tendencia nata y nociva hacia el mal. Pablo observa que es como un virus que entró con las primeras decisiones rebeldes de Adán y ahora se distribuye a todo ser humano: “tal como el pecado entró en el mundo por un hombre (Adán), y la muerte por el pecado, así también la muerte se extendió a todos los hombres”. Lo describe como un principio que está en contra de su propia voluntad: “Pues no hago el bien que deseo, sino que el mal que no quiero, eso practico”  David dice: “yo nací en iniquidad, y en pecado me concibió mi madre.”. Isaías cuenta una historia fascinante sobre un viñero que, a pesar de plantar y preparar todo para que su viña produzca buena fruta (una vida recta), quedó consternado que siempre cosechaba sólo “uvas silvestres” (rebeldía y mal) (Isaías 5:1-5).

Pero si es así, el impulso del ser humano es de hacer el mal, nos obliga plantear otra pregunta clave, “¿Por qué el Creador, si es todopoderoso, bondadoso y justo, permitiría que el mal entrase en su creación en primer lugar?”

Ahh, hemos llegado al eje.

Si Dios quisiera crear sólo un sistema en el cual podía controlar todos los elementos, nunca permitiría que alguien tuviera autocontrol, o, digamos, libre voluntad. Pero Dios buscaba algo más con la creación del hombre. Buscaba una relación de amor. Y no se puede obligar al amor.

Inherente en el amar yace la habilidad de elegir. Si me apuntas con una escopeta cuando quieres que me case con tu hija, ¡mi respuesta no es necesariamente una indicación de cariño hacia ella! Un programa informático no tiene elección sobre su función y resultado, todo está determinado por el programador. Pero Dios deseaba algo más que autómatas cuando declaró, “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza” (Génesis 1:26). Le dio a la corona de su creación libre albedrío – la oportunidad de escoger entre cosas estúpidas que nos destruyen y cosas que promueven nuestro bienestar y cumplen la razón de nuestra existencia. Piénsalo: los otros animales están dirigidos por instintos que básicamente les dirigen hacia la supervivencia. Nosotros somos los únicos, que, a pesar de poner etiquetas sobre cigarillos que gritan “fumar te mata”, fumamos o que pueden disimular o mentir o suicidarnos, es decir, actuar en contra de nuestro bienestar.

Tal vez, algunos preferirían que el mundo funcionase con más orden, sin la posibilidad de hacer el mal. Pero eso es como diseñar el matrimonio que sea simplemente un juego de deberes que los dos de la pareja hagan para cumplir sus papeles. Si no hay amor, incluyendo momentos de dolor, malentendidos, pero también éxtasis y gozo profundo, no cumple el propósito de un matrimonio.

Entonces, si tenemos esta voluntad libre, y el resultado es tanta destrucción, cómo reaccionamos?