22 junio 2010

Guinness y Dios pte. 2

Arthur Guinness, el fundador de la famosa marca de cerveza irlandesa, escuchó el mensaje del evangelio pragmático y transformador de Wesley, y empezó a ponerlo en práctica no sólo en el entorno religioso (fundó las primeras “escuelas dominicales” en Irlanda) sino también en la sociedad decrépita de su día, donando grandes sumas de dinero a los pobres, sirviendo en las juntas de hospitales e instituciones caritativas y retando a los otros correligionarios de la clase alta a cambiar su estilo de vida opulenta hacia buscar soluciones a la crisis de pobreza y corrupción que devoraba el país. Guinness fue un impulsor incansable de cambio social.

Sin embargo, la aplicación de una ética bíblica al lugar de trabajo tal vez fue, y es, el mayor legado de la familia Guinness. Arthur y sus hijos decidieron que una manera alcanzable de mejorar la sociedad era mejorar la vida de sus empleados. Entonces empezaron a pagar un sueldo mejor a todos sus directivos y a los asalariados que existían en Irlanda para trabajos similares. Proveyeron servicios de salud de 24 horas, construyeron recintos para hacer deporte y otras actividades de tiempo libre dentro de las dependencias de las fábricas. Establecieron “cuartos para el empleado” para descanso durante o después de un día difícil de trabajo. Cada año, la empresa empezó a pagar por un día para escapar con la familia al campo, gastos de transporte y comida incluidos. Conciertos, planes de ahorros, subvenciones para la educación de los niños y hasta gastos funerarios, todo al cargo de la empresa.

Durante La Segunda Guerra Mundial, Guinness prometió a cada soldado alistado que su trabajo le esperaría cuando regresara. Mientras tanto, pagaba la mitad del salario a la familia. Un modelo que muchas empresas europeas adaptaron, evitando así una hambruna aún más dura en el continente.

Para los aficionados de la cerveza, no hay nada como una pinta de Guinness: frío, “double-poured” (vaciado a una velocidad precisa y en dos tandas para preservar la espuma correctamente). Para los sensibilizados a la causa de justicia social, tal vez Guinness también sirve como un punto de referencia.

15 junio 2010

Cervesa y evangelismo...

Es probable que hayas oído del nombre “Guinness”, o bien por el famoso libro de plusmarcas mundiales o bien por la bebida negra con espuma exquisita que se sirve en los mejores bares de Europa. Pero pocos conocen la historia curiosa del fundador, Arthur Guinness, que consideraba la fabricación de cerveza como un medio para expresar su fe. ¿El qué?

Para entender lo que parece una paradoja para algunos, (¿la cerveza promueve el conocimiento de Dios?), hay que considerar las condiciones de Irlanda y la mayoría de Europa a mediados del siglo XVIII. Nadie entendía el papel de los microorganismos en la propagación de las enfermedades. Solían beber de los mismos arroyos y ríos donde se tiraba la basura y el “agua negra”. Muchos murieron meramente por ingerir agua. Así, por razones de salud, casi todos los irlandeses evitaban beber agua, sustituyéndolo por bebidas fermentadas. Normalmente, todos practicaban la moderación pero ocasionalmente hubo periodos de exceso, por ejemplo la “Locura de la Ginebra” (1689) cuando el parlamento británico prohibió la importación del licor tan amado y cada familia se buscó la vida creando sus propias fabricaciones caseras. Desde entonces la embriaguez se convirtió en la condición de moda, llegando hasta el punto de que una de cada seis casas en el Reino Unido era una Gin House (casa de Ginebra), con la correspondiente epidemia de pobreza y fracaso social.

Es por eso que, en un momento dado, monjes, (sí, incluso evangélicos) y gente honorable, como la familia Guinness, se involucraron en la fabricación de cerveza (con menos grados de alcohol) como una manera tangible de aliviar el sufrimiento de familias golpeadas por la aflicción del alcoholismo. Extraño, ¿no? Pues hay más.

Un día, el joven Arthur fue a la gran catedral de San Patricio en Dublín para escuchar al predicador John Wesley. No sabemos exactamente el contenido del sermón, pero casi seguro incluyó su celebrada exhortación a los congregados en la capital de Irlanda: “Gana todo lo que puedas, ahorra todo lo que puedas y da todo lo que puedas”. Wesley creía que la riqueza era evidencia de un llamamiento especial de Dios, y por lo tanto había que utilizarlo por el bien de la humanidad. ¿Y qué hizo Guinness?

Continuamos con la historia del Sr. Guinness en la próxima entrada.

01 junio 2010

Preguntas para nuevas "generaciones"

¿Has visto las noticias? Craig Venter, el flamante descifrador del genoma humano, ha creado una nueva forma de vida en el laboratorio. ¿Un paso más hacia el sueño humano de ser su propio dios?

Pues, la verdad es que no ha creado vida exactamente. En realidad primero logró diseñar secuencias de material ADN por ordenador. Luego cosió centenares de miles juntos, inyectó el resultado en una bacteria, y ¡voilà! la bacteria ahora replica nuevas instancias de sí misma con la nueva secuencia - una célula sintética. No ha creado la máquina, pero sí el software, un verdadero hito en los avances de la investigación genética. Aún así, no nos aventuremos a visualizar inmediatamente ejércitos de robots o criaturas hechas de lodo como en las películas como  “Yo, Robot” o “El señor de los anillos”, todavía...

El descubrimiento, sin embargo, sí está levantando preguntas profundas que tal vez parezcan esotéricas ahora, pero pronto se convertirán en temas más polémicas que el aborto y la eutanasia.

Mientras el Sr. Venter y otros investigadores se apresuran en crear nuevas “generaciones” de vida artificial, aquí planteo algunas de las preguntas que tendrán que considerar las próximas “generaciones” de seres humanos:

¿A qué precio? El laboratorio de Venter ya está buscando patentes sobre los procesos utilizados para crear “Synthia”, su nuevo microbio. En el texto presentado para la protección de la propiedad intelectual, Venter pide de primeras “un precio desorbitado por el uso de los datos”. ¿La capacidad de crear o manipular seres orgánicos siempre debe ir al mejor postor? Si el desplegamiento de algunos procesos llegan a ser universal, ¿deberíamos permitir que el Sr. Venter, como un nuevo Bill Gates, monopolice la distribución?

¿Quién determinará qué uso es nocivo y cuál es beneficioso? El equilibrio y la biodiversidad de nuestro planeta es bastante frágil, y nuestra historia está repleta con invenciones y procesos supuestamente creados para el bien del ser humano (DDT, fisión atómica, Coca Cola) que, con el tiempo y más investigación, pueden llegar a demostrarse más una maldición que bendición. Pero una forma de vida capaz de multiplicarse en billones de réplicas en cuestión de días, puede crear un arma de destrucción masiva incalculable. ¿Qué comisión sin ánimo de lucro o prejuicio va a controlar y determinar qué aplicaciones de la misma son seguras y cuáles peligrosas?

¿Y Dios? Si nosotros somos capaces de crear nuevos seres, ¿significa que somos dioses sobre nuestras creaciones? ¿Ahora tendremos el poder absoluto para determinar valores éticos y las mores sociales tanto para ellos como para nosotros mismos?

¿Mi opinión? Creo que Dios aún se ríe (de verdad!) de nuestra más reciente caída en la antigua tentación: “seréis como Dios”. Creo que sólo Él guardará el secreto de cómo dar la vida aunque estamos muy cerca de manipular cómo y de qué manera se replica. Y por mi parte, estoy bastante contento porque es Él, y no el Sr. Venter o una oficina de patentes, quien determine quién la tiene y quién no.