16 febrero 2007

Mileuristas….¡Unificáos!: Más reflexiónes sobre el posmodernismo

Hace poco, encontré la palabra “mileurista” en un artículo sobre las realidades a las que se enfrentan los jóvenes de hoy en día. Significa la barrera de mil euros mensuales que parece el techo de ingresos económicos para muchos, con o sin carrera universitaria. Ser “mileruista” resulta en pocas posibilidades de independizarse. Parece una “letra carmesí” que les condena, si no a vivir en casa con los padres, al menos a compartir piso con otros desafortunados de su generación que conocen bien los medios de transporte público, porque no pueden ni soñar con su propio coche algún día con el limitado poder adquisitivo que les imponen las circunstancias actuales.

Algunos entrevistados simplemente se resignaron a su destino e inventaron soluciones ingeniosas para maximizar sus pocos ingresos. La reacción de otros me fascinó. Decidieron formar una plataforma de mileuristas para insistir al gobierno que corrija esta laguna en el panorama económico del país. Con afán impresionante, organizaron protestas y congregaron a centenares de sus coreligionarios por SMS y chat a unos actos para descalificar a un ministro de no sé qué departamento del gobierno por su falta de acción.

¿Y si se puderia aplicar esta misma energía para organizar una pequeña empresa de servicio para jóvenes buscando piso, o una página web reuniendo ofertas de trabajo con solicitantes, o espabilarse para conocer la empresa que les paga una penuria aún mejor que el jefe, para después pedir un salario digno por ser ya la persona imprescindible para el negocio? (¡Gracias, Dan E. por el ejemplo!)

Observo mucho esta queja – que el mundo no me está ofreciendo lo que me debe – entre una cultura cada vez más fatalista. No sé si es una fuente o el resultado de la “posmodernidad”, pero el reflejo de culpar a otros por nuestra falta de iniciativa es de poca eficacia para resolver los problemas.

Me recuerda a una anécdota citada por el periodista Quim Monzó. Un grupo de esquiadores rumanos, hartos por la falta de nieve, organizaron una manifestación a mediados de enero pasado. Cito:

“Se fueron hasta al Instituto Nacional de Meterología y se plantaron delante, en señal de protesta. ‘¡Queremos nieve!’ era uno de los gritos que coreaban. No se marcharon hasta que algunos hombres del tiempo salieron … y les aseguraron que pasarían su queja a ‘la autoridad superior’ ”.

09 febrero 2007

¿Existe el posmodernismo?

Durante los últimos años, he estado siguiendo el debate entre sociólogos y pensadores sobre el llamado “posmodernismo”, una etiqueta que insisten aplicar a la generación emergente. La palabra tiene conotaciones en el mundo del arte y la arquitectura, pero en este contexto, voy a utilizar una definición seguramente demasiada sencilla que caracteriza el posmodernismo como: “una mentalidad que considera que la ciencia y la tecnologia del futuro, que en su momento nos brindó ánimo y esperanza (la época de “modernismo”), no nos interesa. En lugar de un mundo mejor y más feliz, la combinación industrial-militar sólo crea problemas cada vez peores (inserta el tema de tu elección: contaminación, cambio climáctico, genocidios, “blood diamonds”, sistema operativo Windows®…)”. Los gurus concluyen que, por este motivo, hay una tendencia en esta generación de no fiarse del futuro, sustituir la búsqueda de experiencias repentinas y satisfactorias por el autosacrificio y la inversión, creer más en el poder de una comunidad colectiva que individualismo, y no creer en instituciones sino en relaciones personales auténticas.

Hay mucho más decir sobre el tema, pero quiero enfocarme en la esencia para plantear una pregunta…¿Qué hay de nuevo?

La tendencia de cada generación a cuestionar las instituciones y la autoridad de la anterior no es una novedad. Es más, ni siquiera es siempre insaludable. Sólo tienes el espacio de una vida para marcar una diferencia en este mundo. Si sólo te conformes a la rutina de tus padres, ¿qué has cumplido?

Un anhelo para relaciones auténticas y profundas no es muy diferente al del movimiento “hippie” quiénes formaron comunas en los años 70 o la fascinación con Asrams y experimentos con colonias utópicas en las décadas anteriores. En un mundo cada vez más virtual y menos táctil y personal, es alucinante presenciar la evolución de medios de comunicación (blogs, SMS) y medios de conexión social (chat, facebook, MySpace). De verdad, nadie puede predecir cómo los preadolescentes pegados a sus ordenas hoy van a interactuar en el futuro, pero el anhelo por la autenticidad seguirá.

Si queremos llamar al compendio de: el internet, la decepción con la “religión” del progreso científico, y el aislamiento tecnológico “posmodernismo”, no me molesta mucho. Lo que me fastidia es cuando los jóvenes utilizan este término para simplemente evitar tomar la responsabilidad de su vida. “Bueno, no hay esperanza en el futuro, no vale la pena invertir sacrificio y energía hoy para cumplir algo importante mañana. Soy posmoderno…¿dónde es la próxima fiesta?”

Estoy en contra. Hay una increíble capacidad inherente en esta generación emergente para literalemente “cambiar la historia de este país” pero será totalmente no-realizada si se adopta esta actitud con la excusa de que es parte del carácter de su generación.

Tengo más para decir en el próximo post, pero esta ya es suficientemente larga. Hasta pronto…