23 diciembre 2009

Feliz navidad y día de reyes a todos!!

Presento un post anterior sobre tres amigos de todos en honor de la temporada. 
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Sólo han tardado un poco más de dos milenios, pero finalmente investigadores de Harvard y la Universidad de British Columbia han confirmado que los reyes magos y todos los otros “dadores” que han surgido desde entonces hacen bien cuando regalan cosas a otros. Han demostrado que hacer regalos a otras personas hace a uno más feliz que hacérselos a si mismo.

Según un artículo en Science recogido por La Vanguardia (11/12/08), se hizo un experimento con 46 voluntarios en que se les dio un sobre con dinero a primera hora de la mañana y se les dijo que a las cinco de la tarde tenían que haberlo gastado. A algunos se les dio 5 dólares (unos €3,65) y a otros 20, y se les preguntó cómo se sentían de felices por la mañana y luego por la tarde.


Como puedes adivinar, recibir cinco o veinte dólares no tuvo ninguna influencia significativa en la felicidad de los participantes. Comprarse algo para sí mismos, tampoco. Pero el gran hallazgo…comprar algo para regalar a otros sí tuvo un efecto medible. Los que eligieron dar informaron que se sentían más felices por la tarde que los que decidieron sólo recibir.

Suena mucho como la sencilla máxima del nuevo Testamento: “más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35). Dar hace a uno feliz. Gracias, Harvard, por probarlo.

¡Feliz Navidad y día de Reyes!

09 diciembre 2009

¿Nacidos buenos o malos?


En el último post, la sorprendente observación de Ken Blanchard sobre el egoísmo nato de un bebé, provoca una pregunta, “¿los hombres nacen buenos o malos?”  ¿El ser humano, dejado reinar por si mismo tiende a realizar actos bondadosos o nefastos?  ¿El hombre es generoso por naturaleza o el instinto humano es mortalmente egoísta? La respuesta a esta sencilla pregunta tiene grandes repercusiones, incluso en la política actual.

Cuando tenía unos 18 años (hace tiempo ya!) yo recuerdo una conversación interesante con un joven militante comunista en París. El chico, más rojo que Lenin, me explicaba con fervor las bases de la filosofía Marxista. Destacó con brío las deficiencias del guión capitalista-industrial y con una pasión abrumadora declaró el triunfo inminente de la revolución del proletariado.

Curiosamente, ¡yo estaba de acuerdo con 90% de su discurso! Es bueno que haya igualdad, que la dirección deje de explotar a la clase laboral, etc. La idea de fincas e industrias colectivas parece interesante – uno por todos y todos por uno. ¿Qué puede ser más ecuánime? Sólo faltaba una pieza vital. Le pregunté, “¿Pero dónde vas a encontrar gente con carácter generoso para poner en marcha la utopía que me acabas de describir?” Lamentablemente, ni él ni ninguno de los países que hayan abrazado la ideología de Marx han encontrado una respuesta adecuada. ¿Por qué?


Porque la presuposición del comunismo y de la filosofía humanística en general es que el hombre es básicamente bueno. Y, una vez quitado del poder a los malos (ya sean la clase burguesa, los multinacionales, la religión, los profes…), los obreros (o los indígenas, o los estudiantes o…) sueltos a sus buenas intenciones, van a crear una sociedad pacífica y bondadosa.  ¡HELLO! ¡No funciona!

Cuesta algo más que una idea noble para romper la tendencia hacia la corrupción y explotación. Entonces, ¿qué opino yo – que el hombre es básicamente malo? Más en el próximo post.