23 junio 2009

Crónicas III: New York, New York!



Bajo una ligera llovizna, nos conmovimos al ver la enorme cara sin rostro de la estatua de Libertad y pisar los pasillos de Ellis Island, donde más de 17 millones de inmigrantes procedentes de todos los países europeos hicieron cola el siglo pasado, esperando que les tocara vivir el “sueño americano”. Nuestro tour incluyó “Broadway”, “Times Square” y bocadillos estilo “kosher” devorados en una delicatessen no muy lejos del gran hueco en el suelo que conmemora el choque de dos aviones controlados por terroristas fijados en destruir ese mismo sueño. Aunque otros olvidarán los eventos de aquel 11 de septiembre, el vacío en el perfil de Manhattan siempre preservará el recuerdo.

Dejando atrás las luces y el ruido de la ciudad, condujimos 5 horas para llegar al mundo fascinante de los “Amish” y sus carritos de caballos que resisten el siglo XXI en “Upstate New York”. Nuestro anfitrión, Penn Clark, tiene una influencia impactante entre estos peregrinos de una época anterior que mantienen sus fincas más nítidas aún que los suizos. A pesar de toda esta disciplina extraordinaria, la mayoría de los Amish han perdido la esencia de una relación personal con Jesús, según Penn.

Fue un privilegio enorme charlar con un grupito que habían renovado su fe. Se podía percibir en sus caras la electricidad de su compromiso para aplicar su potente tradición y ética al servicio de Jesús y el resto del mundo.

Una anécdota... Penn nos albergó en una casita situada justo a la orilla de uno de los lagos más magníficos de Nueva York. Se dice que el lago Séneca es el más frío del estado así que una buena mañana, decidí que debíamos coger la canoa y remar un poco en las aguas cristalinas. Por alguna razón, ninguna de mis hijas aceptó mi amable invitación a las 7:30 de la mañana. Finalmente, Patti, mi fiel mujer, tuvo misericordia de mí y juntos empezamos nuestra corta odisea. La última exhortación de nuestro anfitrión fue, “no vayáis muy lejos de la orilla.” Pero, para un hombre de verdad, ¿qué sentido tienen estas palabras? No sabemos exactamente lo que pasó – os prometo que no lo hice a propósito – pero remando la canoa a unos 150 metros de la orilla, escuché el grito, “¡¡¡Curtis!!!” y de repente nuestro nave se volcó y nos encontramos en aguas de sólo 10ºC. Debido al choque con las temperaturas casi gélidas, evitamos los comentarios derogatorios que normalmente acompañarían una vivencia así. Debido a la hora, no hubo nadie despierto en ninguna de las casitas frente al lago a más de un campo de fútbol de distancia. Nos dimos cuenta de que nos habíamos metido en un lío. Pero gracias a las piernas fuertes de Patti – quien recientemente ha practicado mucha natación – llegamos a la orilla del lago después de unos 10 minutos pateando las aguas. Parece increíble, pero nuestras tres chicas nos saludaron con carcajadas cuando llegamos a nuestra casa, mojados como ratas. Patti siempre recordará su presciencia de dejar sus nuevas bambas en la casa antes de entrar en el barco. A mí me gustaría probarlo de nuevo para determinar exactamente qué pasó, pero sorprendentemente, ningún miembro de mi familia quiere acompañarme.

Próximamente... El Gran Noroeste.

10 junio 2009

crónicas II

Con los españoles de vuelta a tierras europeas, nos marchamos por el corazón de Estados Unidosd: los estados de Colorado (en la foto) y Nebraska donde el maíz y el fútbol americano son los reyes de la cultura y la gente aún no cierra sus puertas con llave. Lincoln, la ciudad capital del estado, dobla su población cada domingo que su equipo de fútbol universitario juega en casa. El nombre del equipo: los “cornhuskers” (los que desvainan el maíz). Compartimos algunos pensamientos en la iglesia de 800 personas, un tamaño normal según la media americana. Pero me quedé impresionado con su tecnología, que incluía “vídeo streaming” y un “teleprompter” para las cantantes! Kindra y Cristina tuvieron su primera clase de conducir con algunas amigas. En EUA, se puede conducir a los 16 años, y sólo cuesta 10€ sacarse el carnet. Pero no significa que conducen más seguros que los europeos, ¡créeme! Afortunadamente, no se podía hacer mucho más daño al coche que les llevó y tanto el vehículo como los ocupantes sobrevivieron la experiencia.



Mi mujer y las tres hijas fueron a Montana para aprender “line-dancing” y conocer familiares distantes mientras yo tuve la oportunidad de pasar un tiempo apartado descansando, que incluía esquiar en las montañas Rocosas a 3.500m de altitud. ¡Impresionante!



De allí continuamos hacia Carolina del Norte, ya en “el sur”. La vida es más sencilla allí, y el evento del año para los alumnos de instituto es la famosa “prom” (piensa en “High School Musical” y sabrás de qué hablo). Por casualidad, la familia que nos hospedaba tenía un vestido de gala de la talla exactade Cristina (mira su foto "antes y después") y por una noche ella fue una compañera de Zach Efron y amigos. 



Experimentar el sur de los Estados Unidos es como volver algunas décadas en el tiempo. La gente es súper educada, siempre saludándote con el famoso “sir” y “m’am” (“Señor” y “Señora”), el precio de las fincas equivale a una cuarta parte de lo que cuesta en Europa, se puede jugar fútbol sobre césped, y la vida parece pasar más lento, especialmente bajo el sol de justicia de los veranos. Pero la otra cara de la moneda es una perspectiva estrechamente mono-cultural. Algunos seguramente pondrían a España geográficamente un poco al sur de México. Muchos tienen una cosmovisión más rígida que un europeo medio y el prejuicio histórico contra los negros yace justo bajo la superficie de las conversaciones de la generación más anciana.



Desde mi perspectiva, ojalá cada europeo pudiera visitar y experimentar la generosidad y espiritualidad genuina de la gente amable de lugares como Carolina del Norte. Cambiaría para siempre su perspectiva, y si me permitís, muchos prejuicios contra la cultura americana. Pero, a la vez, quisiera que cada habitante de Carolina del Norte pudiera visitar Europa y apreciar las realidades distintas y la riqueza cultural de lugares como España. Es parte de la razón por la cual hacemos el programa de King’s Kids (www.kingskids.es) donde mezclamos jóvenes de distintas étnias y vamos a otras naciones. El mundo es un lugar mejor cuando puedas verlo a través de los ojos de otros.

parte III: Vamos a New York, New York!

03 junio 2009

Crónicas americanas I

Como muchos sabrán, puedo dedicar mi pequeña aportación de tiempo y talento a España gracias a docenas de iglesias e individuos que nos proporcionan apoyo porque aman este maravilloso país y quieren que más personas tengan una oportunidad de conocer y servir a Cristo. De vez en cuando nos toca visitar a estas personas, como ahora. Ya estamos en las últimas semanas de nuestra odisea alrededor de norteamérica, y quisiera compartir algunas de las cosas que hemos vivido.

Viajar con la familia Clewett siempre es una aventura. Lo pueden confirmar los ocho españoles que nos acompañaban en el gran tour por el suroeste del país durante las primeras dos semanas. Estados Unidos guarda sorpresas que no siempre coinciden con las expectativas generadas por las series de televisión. Desde las anchas autopistas tentaculares de Los Ángeles hasta el horizonte sin fin del desierto, o las porciones servidas en las muchas franquicias de “fast food”, todo es mucho más grande. Sorprendentemente, Hollywood es uno de los suburbios más sucios de Los Ángeles y las estrellas del cine no pasan en sus coches cada cinco minutos por Beverly Hills y siempre puedes encontrar aparcamiento en un radio de menos de 50 metros de tu destino. ¡Increíble!

Hay cosas que son confusas. Fui a un partido de béisbol con los dos chicos del grupo, y no entendían cuando todos los jugadores de uno de los equipos salían corriendo del campo, o cuántos cuadros había que tocar para ganar un punto. Y ningún americano sabía qué era el Barça y cuándo era la final de la Champions. ¡Tienen mucho que aprender!

Pero más sorprendente aún para nuestros intrépidos compañeros fue descubrir el carácter abierto y hospitalario del pueblo estadounidense. Algunos me confesaron que, gracias a la prensa española, pensaban que los americanos, especialmente los “evangelistas”, eran hipócritas, intolerantes, llenos de prejuicios y un poco retrasados por su obsesión con las armas y la moralidad. ¡Espero no haber contribuído a esa imagen!. Después de dormir en camas “kingsize”, ser invitados por iglesias que ni les conocían a restaurantes “all-you-can-eat” (todo lo que puedes comer), ser tratados como reyes y participar en reuniones de iglesias de más de cuatro mil personas, todos estaban un poco abrumados. Que la sociedad estadounidense es una de las más prósperas de la historia es innegable, pero para algunos viajeros españoles, descubrir que también hay un pueblo rico en calor humano era una revelación.

Nos despedimos de los ocho un poco más orgulloso de nuestro país de origen (más en la próxima entrada).