29 marzo 2006

Pisando tierras prohibidas


(Segunda postal desde la China) Nuestro segundo día en China comenzó temprano. A las 8:30 salimos para más aventuras en la fabulosa “ciudad prohibida” – durante siglos la residencia del gran emperador de China y su corte – ahora abierta a los miles de turistas que admiran los palacios que encierran 9.999 y ½ habitaciones. (El emperador, fue considerado como sólo un paso bajo el cielo donde hay 10.000 habitaciones, por eso la cantidad de cuartos resulta tan interesante).

Pasamos por la plaza de Tienanmen. Ahora, familias como nosotros podemos posar para fotos de navidad sobre las mismas piedras donde miles de estudiantes se manifestaban y luego fueron aplastados por el gobierno hace pocos años. ¡Surreal!

Completamos el día con una visita a la ópera de Beijing. Trajes asombrosos, pero los cantantes no fueron exactamente Pavarotti, y los oídos occidentales no pudieron reconocer como música el ruido constante de tambores, platillos y un violín ‘funky’ que sonaba como una goma estirada.

El último día de turismo decidíamos hacer frente al reto de Mao Ze Dong para convertirnos en héroes: subir la gran muralla. Una de las dos obras humanas que se pueden ver desde el espacio (no nos dijeron cuál fue la otra), la Gran Muralla de la China extiende a lo largo de más de 5.000 kilómetros sobre la cordillera que separa la China central de Mongolia y Manchuria hacia el norte. La construcción requirió siglos con más de 2 millones de obreros y esclavos (muchos de los cuales están enterrados en la misma muralla, según el guía) y fue levantada para proteger la China contra sus enemigos norteños. Lamentablemente, los invasores lograron sobornar a un general que les dejó pasar por una sección desprotegida, y cómo se dice aquí, “así se hace añicos la galleta de fortuna”. Hay una lección en eso, seguro.

Próxima entrada...la conferencia en Shanghai.

24 marzo 2006

Mr. Liu y su curioso equipo de luchadores

Primeras impresiones de La China...

Llegamos, sanos y salvos después de 12 horas de vuelo con escala en Francia donde, gracias a Dios, no convocaron la huelga amenazada. A pesar de un cansacio bestial después de cruzar las 7 zonas de tiempo que separan la China de España, decidimos salir a la ciudad capital del país más poblada del mundo.

Inmediatamente, aprendimos un par de cosas. Primero, la China está sufriendo un enorme cambio de cultura. Beijing, antes denominada “el reino de los bicis” hace sólo 5 años, ahora está atascada de coches. Se ve marcas internacionales brotando como cizañas en altos rascacielos que casi han borrado del mapa las típicas chozas de un pisol los “hutong”, que dio la ciudad su carácter del siglo pasado. Ahora, el gobierno ha preservado un pequeño distrito de hutong que sólo sirve para entretener a turistas como nosotros.

Después de pagar 180 Yuan (más o menos 20 euros), subimos “rickshaws” de bici y descubrimos una segunda verdad: ¡es peligroso navegar las calles de ciudades en transición! Peatones, coches, buses y bicis de todos sabores compiten por los mismos trozos de pavimento, más o menos respetando los semáforos. El tour de una hora nos curó de los efectos de jetlag y también nos presentó a los guerreros del famoso Sr. Liu. Llegamos a una casa normalita entre los hutong, donde nuestro guía explico que su dueño, Sr. Liu era de la región de Manchuria. Se puede notar porque los Manchurianos siempre tienen cuatro elementos presentes en sus patios: Flores, pájaros, peces y saltamontes. Vimos mucha evidencia de los primeros tres, ¿pero dónde estaban los saltamontes? Mientras disfrutamos de unas tapas de pedales de rosas, Sr. Liu comentaba que era entrenador de luchadores y empezaba mostrarnos las herramientas del la formación y mantenimiento de se equipo. Imagínate nuestra sorpresa cuando nos reveló que su plantilla no consistía en hombres sino...¡saltamontes! Destapó algunos de los muchos vasijas y contenedores raros para presentarnos a sus Rambos y Schwarzeneggars particulares. Un poco raro, pues, por lo menos, no teníamos que comerlos.

Estamos disfrutando tanto de esta adventura como vuestras oraciones para nuestra seguridad y para el congreso Internacional de King´s Kids que nos espera en Shanghai en un par de días.

15 marzo 2006

Fui a esquiar con mi hija....

Hace un par de días, Kari y yo aprovechamos el día libre para esquiar. Cielo despejado sin apenas otros esquiadores. Botas cómodas y subiendo la primera telesilla antes de las 11:00 por la mañana, ¡todo un récord para nuestra familia!

Los problemas empezaron cuando yo, el escolta profesional, dirigí una aventura “off piste” buscando la ruta más corta a la base. Ramos de pinos como matamoscas golpearon nuestras caras e inclinaciones de 70 grados crearon una “memoria familiar”. Kari destacó el episodio como evidencia de por qué no vale la pena siempre escuchar a su padre.

Luego, le enseñé como realizar un “helicóptero”, un giro de 360º en la nieve mientras bajas. Con la naturalidad de bailarina que es, Kari lo aprendió rápidamente. En la próxima bajada, le grité, “¡helicóptero ahora!”. Desafortunadamente, estuvimos en un trozo de nieve más tipo hormigón que polvo. Cayó en una posición que da un nuevo sentido a la frase de “plantar cara”, y se tiró el resto del día aplicando hielo (afortunadamente abundante) a su mejilla hinchada.

Entonces, decidí que, ya con 23 años, Kari era suficientemente mayor para tomar el mando de nuestra expedición y le pedí que guiara los próximos descensos. En el penúltimo, ella se quedó parada en medio de la pista, no muy segura de qué dirección íbamos a tomar. Con un poco del machismo residente en los hombres Clewett, yo, yendo a todo gas hacia ella, quise pararme justo delante; ‘accidentalmente’ inundándole de nieve en el proceso. O mis calculaciones Einsteinianas fueron equívocas, o mis piernas estaban demasiadas cansadas, no lo sé, el caso es que mis esquís chocaron contra su palo, y yo no podía parar el momentum hacia delante y... Bueno, no fue un escenario bonito con los dos gimiendo de dolor pero temblando de carcajadas incontrolables a la vez.

Yo escapé con una costilla morada que me duele cada vez que me río, y ella con el antebrazo vendado. Ni tengo que mencionar cuanto me dolía la costilla durante el viaje a casa; y que Kari está estudiando la definición jurídica de malos tratos.

06 marzo 2006

por lo menos uno

Si has estado siguiendo este blog, sabrás que decidí enviar una carta al director de la Vanguardia (el periódico con más tirada de Barcelona - mira al post anterior) haciendo hincapié que hay más que un lado del debate Creacionismo-Evolución.

Me enteré que no publicaron la carta porque fue escrita bajo un pseudonomio ("Carlos Clauet"). La próxima vez, el sin vergüenza americano hablará con su propio nombre como autor. Pero mientras tanto, fue una grata sorpresa recibir la carta reproducida a continuación:

Acabo de leer su entrada en el Blog acerca de las teorías evolucionistas y tan sólo quería darle las gracias por arrojar luz sobre el tema. Yo era una de esas personas cuya pseudo-cientificidad abocaba a una vida sin Él, es decidir a una simple subsistencia, a muerte. Hace poco que me he convertido y es lo mejor que me podría haber pasado. Una vez más, gracias.

Un abrazo,
Raúl Sánchez

Sé que mi hijo, Kenny, ha puesto un fragmento en un foro y espero que, por lo menos, genere más reflexión sobre el asunto.